Esta novela gráfica permite comprobar una vez más el cuidado que don Stan emplea con su personaje más popular. En los tomos recopilatorios de la serie regular el caballero explica que cada historia conlleva un proceso de documentación y consulta, sin que Yokai haya sido la excepción. Los monstruos del folclore y la mitología nipones son, como se ha dicho, viejos conocidos de la colección, pero en esta ocasión maese Sakai echó el resto y metió en danza a unos cuantos bichos inéditos, adaptándolos en algunos casos a la idiosincrasia de su obra. En los textos que acompañan a la publicación el autor confiesa su querencia por el dibujo de monstruos, y hay que comentar que su revelación queda ampliamente ratificada en esta novela gráfica. Si se abre bien el ojo un lector con ganas de “buscar a Wally” podrá encontrar algún invitado “occidental” a la fiesta de los espíritus del país del sol naciente.
En el apartado gráfico es menester destacar el hecho de que Sakai añadiera el color a su faceta de autor ya de por sí completo. No hay que olvidar que el buen señor escribe, dibuja, entinta y rotula, no siendo el uso de la paleta algo raro entre sus habilidades. Las portadas de los tomos recopilatorios, primorosamente pintadas, ya nos habían dado un ejemplo de lo que, con tiempo y paciencia, podía conseguir el autor. El resultado es una auténtica maravilla que deja a la afición con el deseo de ver más historias de Usagi a todo color.
El resultado final que ofrece Yokai es una pequeña joya que deleitará a lectores veteranos y que quizá resulte un poco simple como carta de presentación para las nuevas generaciones, pero para éstas sólo queda la recomendación de que piensen en ella como un prólogo a una gran historia que lleva tres décadas sin parar de crecer en cantidad y calidad.